Review of Freemasonry



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EL HOMBRE Y EL UNIVERSO
por Q:. H:. Héctor Vega Mora
R.L. Cabo de Hornos N°184
Punta Arenas, Gran Logia de Chile.


NOTA: Este documento está compuesto únicamente por las reflexiones pretéritas y actuales del autor.

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"La Tierra giraba, pero el sitio donde estaba anclado el hilo era el único punto fijo del universo.

Por tanto, no era hacia la Tierra adonde se dirigía mi mirada, sino hacia arriba, allí donde se celebraba el misterio de la inmovilidad absoluta.

 El Péndulo me estaba diciendo que, siendo todo móvil, el globo, el sistema solar, las nebulosas, los agujeros negros y todos los hijos de la gran emanación cósmica, desde los primeros eones hasta la materia más viscosa, un solo punto era perno, clavija, tirante ideal, dejando que el universo se moviese a su alrededor. Y ahora yo participaba en aquella experiencia suprema, yo, que sin embargo me movía con todo y con el todo, pero era capaz de ver Aquello, lo Inmóvil, la Fortaleza, la Garantía, la niebla resplandeciente que no es cuerpo ni tiene figura, forma, peso, cantidad o calidad, y no ve, no oye, ni está sujeta a la sensibilidad, no está en algún lugar o en algún tiempo, en algún espacio, no es alma, inteligencia, imaginación, opinión, número, orden, medida, substancia, eternidad, no es tinieblas ni luz, no es error y no es verdad."

El Péndulo de Foucault, Umberto Eco, 1989

 

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INTRODUCCIÓN

Probablemente en los albores de la prehistoria, el hombre evolucionó desde sus ancestros heredando su capacidad de "darse cuenta" de aquello que en su entorno ocurría, particularmente de aquellos fenómenos que estaban al alcance de sus sentidos y que afectaban directamente su vida. Desde aquel entonces el hombre fue adquiriendo conciencia de sí mismo en la medida que fue comprendiéndose como un ser distinto de su entorno, con características que lo distinguían de éste y que más tarde le proporcionarían la certeza de su ser.

No obstante, este desarrollo no podría haberse llevado a cabo sin el surgimiento de la capacidad de simbolización y su producto, el lenguaje. Es de este modo que el ser humano puede comenzar a ordenar y sistematizar su conocimiento del mundo y de sí mismo.

Así las cosas, nuestra capacidad de comprensión nos permitió "descubrir" que nuestro mundo era todavía más amplio de lo que podíamos observar y más complejo que lo que podíamos entender, por lo que llegamos a desarrollar abstracciones de la realidad que nos permitieran, aunque fuera de modo incompleto, aprehenderla.

Es así que el género humano fue más allá de su mera supervivencia y se dio a la tarea de pensar el mundo y, con ello, pensarse a sí mismo.

 

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DESARROLLO

Que difícil resulta intentar reflejar en unas pocas líneas, mi propio pensamiento acerca del Hombre y el Universo, más aún, cuando de antemano sé que los resultados de tal empresa serán inciertos.

Hay algunos conceptos que en general, se dan por sentados, por lo que tenemos poca costumbre de revisarlos y probar de manera crítica su aporte al conocimiento. Es así que por ejemplo, solemos referirnos al hombre como separado del universo y decimos "el Hombre y el Universo", como si estuviéramos enumerando y no caemos en cuenta que al hablar del Universo es hablar al mismo tiempo del propio Hombre, mal que mal no puede existir nada fuera del Universo, por tanto todo lo que comprendamos de éste, será también una comprensión del primero. En otras palabras el Universo contiene al Hombre, por lo que si algo es válido para uno, lo es para el otro.

Desde esta perspectiva, el hombre tiene dos caminos frente a sí para desarrollar su comprensión de la realidad: explorar el mundo en el que se encuentra y explorarse a sí mismo.

En nuestro afán de conocer el mundo los hombres concebimos al Universo. Nuestras preguntas nos llevaron a aquella respuesta. Este concepto que abarca todas las cosas que el hombre conoce y puede conocer, las que observa con sus sentidos y las que intuye su razón.

Aquellos que siguieron estos derroteros, pensaron al Universo como contenedor de la Realidad, anterior al Hombre y, de alguna manera, condicionante de su propia naturaleza ontológica.

El problema, por supuesto, vino de la apreciación temporal del megafenómeno denominado Universo, pues si éste contiene todo el espacio, ¿También contiene todo el Tiempo? Difícil pregunta, pues una opción es considerar que el Universo tiene comienzo y que si lo tiene, ¿Qué había antes que él?, ¿La Nada? ¿Dios? ¿Una especie de grúmulo inicial que rompió la homogénea vacuidad? Por otra parte, si el Universo no tiene comienzo ni fin, pues todo lo que ha sido lo ha sido alguna vez, entonces nos encontramos con un modelo de sistema cerrado, el que no puede funcionar sino dentro de sí mismo y esta clausura operativa lo conduce a constituirse en su propio motor. Al no existir nada fuera de sí, no hay inputs o outputs que mantengan la negentropía, por lo que su supervivencia se sustenta en la autopoiesis constante.

Resulta interesante detenerse un poco en ello. La autopoiesis o más bien, el proceso autopiético se mantiene en base al juego diferenciación / complejidad. Al crecer un sistema, distintas partes de éste comienzan a operar de modo funcionalmente diferente con lo que el sistema se vuelve más complejo. Este aumento de complejidad requiere a su vez que el sistema genere nuevas partes diferenciadas que ayuden a "resolver" la complejidad naciente, lo que a su vez vuelve a complejizarlo todavía más, llevándolo en una cadena interminable de diferenciación y complejidad. Este proceso que parece a primera vista un proceso sin sentido es, a mi parecer, la base de todo mecanismo autopoiético, pues da cuenta de un mecanismo que permite mantener estados de mayor improbabilidad, estados negentrópicos que alejen al sistema de su homogenización, en otras palabras de su destrucción como sistema. Consiguientemente, esto nos lleva a pensar que a pesar de las múltiples transformaciones que el Universo pueda tener, con o sin el Hombre formando parte de él, difícilmente dejará de existir como tal.

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Pero, como señalé hace algunos párrafos atrás, esta es sólo una de las posibilidades de comprensión, pues también lo es pensar que el Universo no es anterior al Hombre. Claro que esto pudiera parecer un tanto extremista, pero si le damos una vuelta, quizás no lo sea tanto.

Veamos, si coincidimos en que el Hombre sólo puede tener la certeza de su propia existencia, entonces, todo lo que le es ajeno necesita ser sujeto a comprobación. Tal comprobación por cierto, nunca es definitiva, sino que provisional hasta que una nueva verdad surja de nuestra razón. De este modo, la existencia del Universo, la certeza de su existencia está en nosotros, de alguna manera lo que concebimos como Universo, no está allá afuera, sino dentro. Es en este acto reflexivo que creamos el Universo o cuando menos, nuestro Universo.

En una posición intermedia quizás, puede sostenerse que no se trata que no exista una Realidad allá fuera de nosotros mismos, pues la dificultad estriba en que sólo tenemos una forma de aprehenderla, de conocer sus atributos, las leyes que la rigen y el modo en que esta se organiza: Nuestra manera. El modo en que estamos conformados determina la manera en que captamos los estímulos de nuestro ambiente, pues vemos los que podemos ver, oímos lo que alcanzamos a escuchar y sentimos lo que nuestros propios sensores corporales nos permiten sentir. Por lo tanto, la estructura de nuestros sentidos, permite sólo un tipo de operatividad y no otra.

Ahora bien, tampoco es que funcionemos con lo que vemos, oímos o sentimos, sino que lo hacemos con lo que percibimos o más específicamente, con lo que nuestro cerebro interpreta de estos "supuestos" datos del entorno. Así, operamos con lo que pensamos que vemos, oímos o sentimos corporalmente.

Y eso no es todo, también nuestro pensar está amarrado a una cierta arquitectura cerebral y a un sistema lingüístico que determina que sólo pensamos dentro de lo que podemos pensar.

Consecuentemente, la Realidad sobre la cual operamos, existe para nosotros. El Universo es nuestro Universo, con los atributos que nosotros distinguimos, con las leyes que nosotros podemos comprender y con la esencia que nosotros le conferimos.

Pero hay más. No existe manera de comprobar que un ser humano pueda percibir lo que otro ser humano percibe y, probablemente, nunca percibirá lo mismo, pues esta diferencia constituye la base de nuestra individualidad.

De este modo, la concepción de Universo es más que nada una ilusión construida socialmente, por lo que es razonable considerar el cambio paradigmático que postula una multiplicidad de universos o como dicen algunos, el multiverso.

Cada apreciación personal del Universo, entonces, muestra un universo posible.

La cuestión que surge en este punto es cómo construimos una mirada común que reúna las múltiples versiones del Universo. En mi opinión la única posibilidad es a través de la construcción social.

Para que tal empresa tenga éxito empero, debemos echar mano a nuestras propias capacidades, dentro de las cuales tiene un lugar de primacía la capacidad de comunicar.

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El Hombre, como sistema cerrado autorreferente, con la sola certeza de su propia existencia, aventura la existencia de otros como él e intenta, a partir de esta premisa intuitiva, encontrarse con ellos por medio de códigos lingüísticos – simbólicos que le permitan acoplarse a los otros y de esta manera, hacer coincidir las perspectivas multiversales en una sola, cuando menos para un grupo de ellos para permitir la construcción social y el desarrollo humano.

Con todo, el título de este ensayo pudiera haber sido el Hombre en su Universo y con ello intentar abordar enseguida lo qué nos puede aportar la Mas\ a la comprensión de todo esto.

Desde mi punto de vista la Mas\ entraña al menos tres contribuciones a tal discernimiento. La primera de ellas corresponde a la enseñanza esotérica-simbólica que podemos resumir en "Así arriba como abajo, así en el cielo, como en la Tierra", que nos proporciona con mucha simpleza, pero a la vez con mucha fuerza, una de las ideas centrales de mi reflexión.

Para la Mas\ existe un Universo organizado, con leyes que le regulan y que está en estrecha complementación con el modo en que el mismo Hombre está organizado y regulado. Para ambos existe un principio rector, que puede plasmarse en la concepción del G\A\D\U\ y que para la Mas\ es el principio bajo el cual se realizan los trabajos en el Templo y cuya arquitectónica justamente se estructura simbólicamente como el Universo convenido [Arquitectónica del Templo, Vega 2005].

En segundo lugar, según mi parecer, si bien existe una noción de ordenamiento que los seres humanos apreciamos como uniforme tanto en nosotros mismos, como en el Universo del que formamos parte, esto no descarta ni coarta de modo alguno la Libertad.

En efecto, "…al analizarse en profundidad el libre albedrío, se aprecia que no es más que una percepción individual limitada por la conciencia acerca de las opciones que percibimos como posibles de escoger. En otras palabras, cada persona evalúa por sí misma o basándose en la opinión de otros, si cuenta con mayor o menor libertad de elección.

No obstante, "ante la pregunta de si la libertad consiste únicamente en el libre albedrío o libertad de elección, tiendo a pensar que la libertad no se refiere únicamente a la posibilidad de escoger entre una o más alternativas, puesto que también implica la voluntad y la posibilidad de desarrollar un pensamiento creativo. La facultad de crear tiene especial relevancia, por cuanto no sólo se trata de escoger entre lo ya existente, sino que de construir algo anteriormente inexistente.

… Es aquí donde radica el verdadero éxito del desarrollo humano, tanto individual, como colectivamente, y es aquí, sin duda, en que el mensaje de la Mas\ toma real fuerza como guía deontológica (deon ontoz), es decir, como una orientación basada en los “deberes ser” del Hombre, lo que de alguna manera contribuya a su vez a construir su propia esencia (ontoz) y su propósito vital (teloz)"  [Comentarios sobre la Libertad, Vega, 2004]. En esto consistiría la tercera contribución de la Mas\

Permítaseme en esta parte, volver a citar Lewis Carrol a propósito del genial diálogo entre Alicia y el Gato de Cheshire, que nos ilustra la importancia de conocer nuestros objetivos vitales, pues de ello depende el modo en que los alcancemos o, en otras palabras, "…la moral del objetivo determina la ética del camino que ha de seguirse para alcanzarlo.

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Minino de Cheshire, ¿podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí?

–Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar –dijo el Gato.

–No me importa mucho el sitio... –dijo Alicia.

–Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes –dijo el Gato.

–... siempre que llegue a alguna parte –añadió Alicia como explicación.

– ¡Oh, siempre llegarás a alguna parte –aseguró el Gato–, si caminas lo suficiente!"  [Comentarios sobre la Fraternidad, Vega, 2004]

 

CONCLUSIONES

1.      Como lo dije hace algún tiempo atrás " vislumbro que estamos en medio de una tarea inconclusa y que si bien hasta el momento el Hombre a desarrollado modelos cada vez más complejos para comprender al Universo y a sí mismo, aparentemente no se aprecia que se pueda llegar a responder todas las preguntas, ni a saciar la sed de conocimiento que el ser humano posee.” [Comentarios sobre el Ciclo de Filosofía, Vega, 2004].

2.      No obstante la Mas\, mediante su sistema simbólico, revela a sus iniciados un método que permite, por un lado, desarrollar la autoconciencia y el autoconocimiento necesarios para lograr una mejor comprensión del Hombre y, por otra, construir en el acuerdo social una apreciación compartida de su Universo.

3.       En este sentido, " El contenido del mensaje es uno, pero sus interpretaciones son tantas como masones hay sobre la faz de la tierra" por lo que debemos ejercitar permanentemente la comunicación y el acuerdo fraternal, "…teniendo siempre en cuenta que todo acuerdo si bien debe ser respetado, asimismo es perfectible, por lo que su constante revisión es un imperativo" [Semántica, Sintáctica y Pragmática, Vega, 2005]

4.      Así también sigo sosteniendo que "tanto el conocimiento de sí mismo, como el del [Universo], son una tarea permanente. De especial importancia es el primero, por cuanto de una u otra manera, el conocer quién es uno realmente, permite saber por qué ve el [Universo] de un determinado modo. Asimismo, el conocimiento acerca de los propios defectos y virtudes, permite guiar de mejor manera el trabajo de autoperfeccionamiento. …El acrecentamiento de la conciencia de sí mismo y del [Universo]  permite mejorar el dominio que uno tiene de sí al equilibrar exitosamente emociones, razonamientos y conductas, de modo de que exista coherencia y honestidad entre lo que sentimos, pensamos y hacemos. [La Piedra Bruta: Objeto, Sujeto y Herramienta, Vega, 2005]



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