Review of Freemasonry



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ENTRE COLUMNAS
Estar entre columnas es una de las expresiones regularmente escuchadas en la Masoneria.
por el Q:.H:. Jorge Enrique Lenis Naranjo M:.M:.
R:.L:.S:. Zohar No.9
Gran Logia Occidental de Colombia.


"Si uno desea percibir lo invisible, que observe lo visible"
Talmud

 

“Estar entre columnas” es una de las expresiones  regularmente escuchadas en las tenidas de nuestra orden y hace parte de la liturgia desarrollada en nuestros talleres. Lo no evidente es que, detrás de esta afirmación se oculta una sentencia  fundamental para el mismo ejercicio masónico.

 

Estar entre columnas, representa un momento y un comando especifico, relacionado con etapas concretas de nuestro crecimiento y de nuestra estructura psíquica; etapas que además están definidas por el esquema del árbol de la vida estudiado en la Cabala.

 

Nos presentamos por primera vez entre columnas siendo profanos, y esta presencia corresponde a un momento matizado por el desconocimiento de los misterios y de la sacralidad de la vida. Como profano se esta entre columnas gracias a la intención de iniciar un camino  en el que se abandonan los extremos y se asume una posición equilibrada. Es el primer paso para obtener un medio por el cual nos  acercamos  al propósito de mejorar nuestra calidad como seres  coparticipes del  proyecto creativo del G:.A:.D:.U:.

 

Como profano se vive en  Malkuth, la sefira soporte del  pilar del medio en el árbol cabalístico. Cuando vivimos en la experiencia inmediata, estamos en Assiah; el mundo de lo contingente y circunstancial, es un mundo que si bien contiene todas las posibilidades de lo divino, sigue estando oculto tras los velos de la cotidianeidad. Al estar en  Malkuth nos vemos atrapados en los afanes materiales  y en la lucha por la supervivencia. Es difícil en este mundo reconocer  los aspectos más espirituales del ser. Corresponde al nivel de despliegue de Nefesh; el Alma animal o la parte más inferior de nuestra conciencia, utilizada para la acción  en general, basados en nuestros instintos y facultades naturales.

 

El equilibrio en El Reino, otra forma de llamar a esta sefira, se logra gracias al balance obtenido en nuestra conducta agresiva, en nuestra territorialidad, apegos  y ansias de poseer; acciones estas  también relacionadas con la estructura de nuestro cerebro conocida como  complejo R o reptiliano; el sustrato mas primitivo de nuestra psique. En Malkuth, según el jasidismo, debemos cultivar la humildad (shifluth), y es quizás por ello que la primera vez ingresamos al templo  agachados y en una actitud respetuosa.

 

Al segundo momento importante entre columnas, arribamos como neófitos y es cuando se nos da la Luz.  En esta oportunidad ya tenemos fundamentos; se han acatado las normas y realizado las pruebas. Como aprendices, reconocemos  el espacio sagrado del templo y elaboramos la primera representación real en nuestra mente del  significado profundo de ser iniciado como Hijo de la Luz.

 

Corresponde a esta etapa en el pilar del medio, el estar entre columnas parado sobre la sefira de Yesod; el segundo grado ascendente en el eje vertical de la conciencia. Aquí nos hacemos responsables de nuestro juramento y asumimos el camino del primer grado, dando los  pasos iniciales en nuestra marcha hacia el espíritu. Esta etapa  se asocia con la manifestación de Ruaj, el nivel en el cual nos volvemos conscientes de la primitiva y arcana inconciencia de la que hemos emergido, y en el que despertamos al mundo mágico y complejo de las emociones. En Yesod aún participamos de lo indiferenciado  de las pasiones y el trabajo es el de templar nuestro espíritu y reconocer nuestras proyecciones para acceder a la verdad (Emet).

 

En el camino de la realización, una vez más estamos entre columnas al momento de ser consagrado compañero y gracias a ello ingresamos a la sefira de Tiferet.  El  alborozo  y la alegría  se asocian con un momento especial de brillo sobre el cual empieza su manifestación la Neshama, como el tercer nivel del Alma, asociado a la armonía y al sentimiento de regocijo que posibilita la compasión (Rajamin). Estar entre columnas en la sefira de Tiferet,  es tomar conciencia de quienes somos, y de nuestra calidad estelar, e implica  un trabajo de integración que posibilita el despliegue de la belleza  obtenida en el reconocimiento de nuestra esencia divina. 

 

En el proceso de crecimiento masónico hay un instante especial, en el cual se surge del abismo y se esta entre columnas, en el vórtice correspondiente a la sefira de Daat, justo en el momento de la exaltación. La resurrección del maestro masón tiene un simbolismo profundamente arraigado en el reconocimiento de que, es en el desprendimiento y la desidentificacion  en donde se obtiene la ascesis a las verdades universales. Daat implica el reconocimiento de la unidad esencial de todas las cosas y corresponde al nivel de despliegue de Jaia, o la sabiduría innata del hombre; la cual, le hace maestro.

 

La maestría es  el logro por la cooperación consciente con el propósito divino expresado en la creación, es el tiempo de hacer presencia en la sefira del conocimiento, que en el sentido bíblico se asocia a un estado de fusión. Conocer algo es vincularse estrechamente a ello, y  cuando se conoce algo en profundidad, uno se convierte en parte de lo conocido. El trabajo del maestro es alquímico e intimo, por ello se da en el espacio de la única sefirah  no representada en el árbol de la vida e implica una integración de sus niveles corporales, emocionales, mentales y espirituales, allí estará su maestría y su posibilidad de ser protagonista activo, al conocer hacia donde va en el proceso creativo de El G:.A:.

 

Por ultimo nos encontraremos entre columnas en la cima del pilar integrador; en la corona, y solo en la medida en que nos hayamos acercado al vislumbre de nuestro ser real, podremos comprender esta dimensión. Es la esfera de Keter, y a ella accedemos gracias a  la Iejida o nivel superior de la conciencia, por medio de la cual el iniciado iluminado puede sentir la inminencia de la presencia Divina.

 

Si no es en vida, entonces será en el momento del retorno a lo sagrado y la disolución en la luz, en la que ya sin una conciencia atada a un cuerpo asumiremos el último viaje y se nos colocará simbólicamente entre columnas, para ingresar por la puerta que conduce al Oriente eterno.

 

Tanto los dos pilares del Templo, como el pilar (Kavim) central del árbol cabalístico, representan fuerzas entre las cuales está el equilibrio del Universo. Estar entre columnas implica una especie de reconciliación entre las tendencias extremas y en ocasiones enfrentadas de nuestra psique. Es un llamado al centramiento y a la integración, en donde se genere una tensión creativa que permita fusionar las facetas opuestas de nuestra personalidad y así obtener una reunión de partes en una armoniosa totalidad.

 

La síntesis a la que somos convocados cuando estamos entre columnas, tiene el propósito de crear en nuestra vida interior una tensión equilibrada entre los polos opuestos de la virtud y el vicio, produciendo un  intercambio dialéctico y una dinámica cuya consecuencia es el crecimiento.

 

La toma de conciencia sobre el camino del medio (estar entre columnas), es un llamado a la mesura y al autoconocimiento y una oportunidad de desplegarnos  hacia niveles cada vez más evolucionados del ser.



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