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MASONIC PAPERS

by R.W.Bro. LEON ZELDIS

FILOSOFAR PARA VIVIR

Ponencia presentada en el Ateneo Masónico de 2006 de la Logia La Fraternidad 62 de Tel Aviv

Mi pequeña plancha tiene el título: "Filosofar para vivir". Esto es lo contrario de lo que decían los antiguos filósofos: Primum vivere, deinde filosofari. Mi argumento es simplemente, que para vivir bien hay que tener una filosofía de la vida, una brújula o un mapa que nos ayude a encaminar nuestros pasos en este espeso bosque de la existencia, donde a veces divisamos el cielo, pero más a menudo debemos tener la vista fija en la tierra para no tropezar.

            ¿A dónde conduce este camino? Preguntaba Alicia en el país de las maravillas, y la respuesta que recibió nos enseñará también a nosotros: si no sabes a dónde quieres llegar, cualquier camino da lo mismo.

            Nosotros, como masones, tenemos clara la meta, y eso nos facilita elegir el camino, es decir, adoptar una posición frente a la vida que nos ayude a comprenderla, a soportar los embates del destino, a no dejarse llevar por la embriaguez del éxito si y cuando éste llegue, ni caer en la desesperación cuando el infortunio toque la puerta; en resumen, vivir de manera racional como corresponde a seres racionales y no meros bípedos implumes, como alguien nos definió.

            Esta filosofía masónica no se aprende leyendo volúmenes de metafísica, ética, estética y lógica. Filosofar, decía Henry Corbin, no es ser espectador de la filosofía, sino actuarla.

            Voy a intentar, entonces, de plantear algunas ideas – no originales, sino tomadas de pensadores que se han hecho las mismas preguntas que nos hacemos nosotros. Espero que algunas de sus respuestas puedan ayudarnos a aclarar la meta, y como resultado, iluminar el camino que debemos seguir.

            Comienzo citando al Dr. Johnson. La vida no es larga, decía, y no hay que perder demasiado tiempo deliberando cómo la vamos a pasar.

            Otro autor escribió: cuando uno ya aprende a aprovechar bien el tiempo, ya pasó la mayor parte de la vida. Oliver Wendell Holmes remachó esta idea: Mucha gente – escribió – se muere con su música todavía adentro de ellos. ¿Por qué sucede esto? Demasiado a menudo es porque están siempre preparándose para vivir. Antes de darse cuenta, se les acabó el tiempo.

            Calderón de la Barca lo expresó en dos versos: "Siendo el vivir lo más, todo lo demás es menos".

            Esta actitud frente a la vida no es pesimista, sino realista. En la edad media y hasta tiempos recientes, se acostumbraba tener en el escritorio una calavera, o un reloj de arena, a veces con la inscripción "Tempora Fugit". El tiempo vuela. Los masones estamos siempre conscientes de lo fugaz de la existencia, desde el primer contacto con la masonería, cuando el profano se encuentra en el cuarto de reflexión y debe redactar su testamento filosófico.

            Dejando a un lado este punto, que ya está claro, veamos qué significado le podemos dar a la vida misma. Calaferte escribió: Morir es una cosa, no vivir es otra. Según el poeta Stephen Vincent Benet, no se pierde la vida muriendo, se pierde minuto a minuto, día tras lento día, de mil pequeñas maneras sin darse cuenta.

            La buena vida, según Christopher Morley, se compone de tres cosas: aprender, ganar y ambicionar.

            Groucho Marx tenía otra idea: el secreto de la vida es honestidad y corrección. Si uno puede fingir eso, está arreglado.  O como decía otro: uno puede engañar parte de la gente todo el tiempo, y toda la gente parte del tiempo. Generalmente, esto es suficiente.

            Groucho también decía: Estos son mis principios, si no les gustan… bueno, tengo otros.

            Los masones, a diferencia de Groucho, no cambiamos nuestros principios.

            Veamos algunos de ellos:

            Elevamos templos a la virtud y cavamos mazamorras a los vicios. Fíjense bien. Elevamos templos a la virtud. Es decir, no pretendemos ser perfectamente  virtuosos, sino que vamos a adorar la virtud, es decir, vamos a respetarla, a tratar de seguir sus preceptos. Nos acercamos a la virtud mientras construimos su templo. Nuestra actitud masónica es profundamente realista, asentada en el conocimiento de la naturaleza humana. Cavamos mazamorras a los vicios. Los encerramos, no los dejamos actuar libremente. No se trata de matar los vicios, de extinguirlos. Eso sería imposible y por lo tanto un idealismo estéril. Pero limitar todo lo que degrada al ser humano, restringirlo, coartarlo, encerrarlo en las cuatro paredes de la mazamorra espiritual, eso sí es posible y está en nuestras manos hacerlo.

            El poeta William Arthur Ward escribió:

 

                        El pesimista se queja del viento

                        El optimista espera que cambie

                        El realista ajusta las velas.

 

            Otro poeta, es curioso como la misma idea se puede expresar de distintas formas, escribió:

 

                        Un barco navega hacia el este, otro al oeste,

                        El mismo viento sopla sobre ambos.

                        No es el viento, sino la posición de las velas

                        Que decide hacia donde vamos.

 

            La idea central en ambos casos es que no podemos cambiar lo que nos sucede, lo que está fuera de nuestro control, pero sí podemos controlar cómo reaccionamos.

            La filosofía masónica está profundamente imbuida de la sabiduría hebrea. No es de sorprender, pues los forjadores de la masonería especulativa apreciaban muchísimo la Biblia, y muchos estudiaban el hebreo para poder leerla en el original.

            Un principio fundamental del judaísmo es la responsabilidad. El individuo está dotado de libre albedrío. Puede elegir y decidir sus actos. No lo obligan ni las estrellas ni un destino implacable. Esta libertad es el anverso de la moneda, el reverso es la responsabilidad.

            La libertad, sin embargo, la merecen sólo quienes saben conquistarla día a día. Eso lo escribió nuestro hermano Goethe. ¿Y cómo se conquista la libertad? De dos maneras: una, dominando nuestras pasiones, esa es la libertad enfocada hacia adentro. Otra, no aceptando dogmas ni opiniones presentadas como hechos. Ese es el enfoque hacia el exterior.

            Al aprendiz masón le entregamos herramientas simbólicas, el mazo y el cincel. No importa aquí su significado simbólico. Su lección más importante es que el aprendiz tiene que labrar su piedra con sus propias manos. El golpea el cincel con su mazo. El es responsable de su progreso, de su desarrollo espiritual e intelectual. No depende del gobierno, ni del padre, ni del maestro. Esta es la idea fundamental del humanismo: el hombre forja su propio destino.

            Claro que conviene tener buenos maestros, buenos padres, buena esposa o esposo. Y también buena suerte. Pero la responsabilidad es de uno solo.

Quisiera terminar citando unos versos del poeta Antonio Machado. Les contaré desde ahora lo que a mi entender quiso decir el poeta: Que debemos encarar la vida con optimismo, porque en cada momento podemos decidir nuestro camino. Lo que pasó, pasó, El pasado se desvanece, y sólo tenemos el presente para vivirlo plenamente, disfrutar de la compañía de familia y amigos, reír un poco, y caminar adelante con confianza.

Esto es lo que escribió Machado:

 

            Caminante, no hay camino,

            Se hace el camino al andar.

            Caminante, no hay camino.

            Sino estelas en el mar.