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PLANCHAS MASONICAS

Por el Ven. Hermano WILLIAM ALMEIDA DE CARVALHO 33


LA MASONERIA Y LA REPUBLICA EN BRASIL

Primer Simpósio de Historia de la Masonería Americana y su Influencia en el Desarrollo Económico, Político, Social y Cultural en la América Latina desde 1800
Grande Loja de Chile
Universidad la República
Santiago de Chile, 25 a 27 de Mayo de 2005


 

I.                  Prenúncios Republicanos Regionales

 

Antes de la Proclamación de la República en Brasil e incluso antes de la própia Independencia del País, hubieron cuatro tentativas sin éxito de movimientos republicanos regionales, que contaron com la presencia y participación de los masones brasileños.

 

La primera tentativa fue el movimiento denominado en los manuales de história del Brasil como Inconfidencia Mineira. De hecho, ese primer movimiento de carácter autonomista surgió en la ciudad de Vila Rica, sede de la Capitanía de Minas Gerais, en 1789, y tuvo como motivo el descontentamiento derivado del abuso tributário del reino portugués, que en pleno proceso de decadencia, exploraba las riquezas minerales de la rica capitanía.

 

Un grupo de intelectuales en esa capitanía soñó com la autonomía republicana mirándose en el ejemplo de la iniciante Revolución Francesa y, principalmente, en la independencia de los Estados Unidos de América del Norte. La vanguardia de esse grupo era liderada por una élite intelectual de los estudiantes “mineros” que estudiaban en universidades europeas y que habian sido iniciados en la Masonería francesa en torno de 1776 y deseaban la libertación de su tierra natal. Los principales próceres eran José Álvares Maciel, José Joaquim da Maia y Domingos Vital Barbosa. Maia llegó hasta a enviar una carta a Thomás Jefferson, ministro norteamericano, en Francia, para saber la posibilidad de ajuda a un posible movimiento de libertación de la capitania minera y que después debería ser extendido al resto del país. La respuesta de Jefferson fue vaga y ambígua.  Maciel, por outro lado, frecuentó el grupo político masónico de Francisco Miranda en Londres, interessado en la independencia de los países ibéricos, que culminaría com la formación de la Gran Reunión Americana. Maciel vendría a ser el alma intelectual del movimiento emancipador en Vila Rica.

 

Ya en la colónia, varios intelectuales, militares y sacerdotes participarían también de las ideas liberales y libertadoras de la Masonería adhiriendo al movimiento. Pueden ser citados: Cláudio Manoel da Costa, Inácio José de Alvarenga Peixoto, Tomás Antônio Gonzaga, cónego Luis Vieira, padre Rolim, padre Carlos Toledo, tenente coronel Freire de Andrade, Sargento principal Luiz Piza y el Alferes Joaquim  José da Silva Xavier,  com el sobrenombre de Tiradentes, que por no ser sacerdote, militar de título elevado o miembro de la Justícia fue condenado a muerte después del fracaso del intento. Tiradentes es hoy el principal mártir de la independencia del Brasil.

 

La bandera del movimiento tenía un triángulo equilátero (o Delta), uno de los máximos símbolos masónicos, circundado por las palabras de Virgílio: Libertas Quae será Tamen (Libertad a pesar de que tardía).  En sus conciliábulos secretos discutían la implantación de una República en Minas Gerais, cambiar la capital para São João del Rei, instalar una Casa de Moneda, fábricas de fierro y pólvora y desarrollar la mineración a través de la iniciativa privada.

 

Los inconfidentes fueron presos y el movimiento termina prácticamente com el ahorcamiento de Tiradentes el 21 de Abril de 1792.

 

La Segunda tentativa fue la Revolución Pernambucana de 1817, un movimiento revolucionário, de tendencia fuertemente nacionalista que tenía el objetivo de implantar la república en la Província de Pernambuco, liderada por el masón Domingos José Martins.

 

Domingos era un comerciante establecido en la ciudad de Recife, capital de la província,  que viajaba constantemente al Reino Unido.  Allá entró en contacto com los círculos masónicos y tendría sido iniciado en 1812 por Hipólito José da Costa, el Patriarca de la Prensa Brasileña, y por Francisco Miranda.

 

Los conspiradores llegaron, con apoyo popular, a derrocar el gobernador de la província e instalar un govierno el 8 de Marzo de 1817. La reacción vino a través del Conde dos Arcos, gobernador de la fronteriza província de Bahia, que cercó Recife com 1500 hombres. El dia 20 de Marzo, los rebeldes fueron derrotados y presos. Domingos y todos los otros jefes revolucionários fueron llevados para Salvador, respondieron a proceso sumário y  43 fueron ejecutados, entre civiles y militares, además de tres eclesiásticos. Entre ellos se encontraba el Padre Roma, un masón activo y combativo.

 

El tercer movimiento fue la Confederación del Ecuador, ya con el Brasil independiente y luchando por su unificación. En la província de Pernambuco, los remanecientes de la Revolución de 1817, reaccionaron contra la prerogativa del Emperador de escoger libremente al presidente de la Província. El líder de esa reacción fue Joaquim do Amor Divino Rabelo e Caneca, el popular fraile carmelita – frei Caneca – masón, periodista propagandista  de los ideales republicanos, profesor de filosofía, retórica y geometría. En su diário Tífis Pernambuco realizó intensa campaña  contra el Emperador D. Pedro I, igualmente masón, buscando la disolución de la Constituyente y la imposición y otorga de la Constitución de 1824, la primera del país independiente. La revolución rompió con el Império recién implantado, se proclamó una república com el nombre de Confederación del Ecuador, arrastrándose para las províncias vecinas com el apoyo de las logias y de los masones de la región.

 

La revolución fue rápidamente dominada por las fuerzas del naciente Império Brasileño tanto que el presidente de la Confederación – Manuel de Carvalho Paes de Andrade – también masón, se arrancó para los Estados Unidos, ajudado por los Hijos de la Viúda. Los otros líderes, entretanto, no tuvieron destino mejor pues fueron todos presos y, en seguida, ahorcados, excepto Frei Caneca, que fue fuzilado. Este último, por su carisma, autoridad moral y principalmente por su condición de sacerdote no tuvo nadie que lo ahorcase.

 

El cuarto y último movimiento republicano regional, iniciado en 1835, como una revolución autónoma y federalista, tuvo como líder máximo al liberal y masón Bento Gonçalves da Silva y se auto intituló República Piratini o República Farropilha.

 

En esa época, las sociedades masónicas florecian. De verdad, la masonería tenía mucha fuerza. En ella participaban hasta sacerdotes y la mayoría de los hombres más influentes de la província. Entre los masones ilustres se destacaba Bento Gonçalves, que organizó várias logias en la frontera sur del Brasil y era masónicamente conocido como Sucre, y otros , como Davi Canabarro, que fue el outro líder del movimiento, y los italianos Tito Lívio de Zambeccari y el famoso Giuseppe Garibaldi, iniciado en la Logia Abrigo de la Virtud en la Província de Rio Grande do Sul, que más tarde utilizó las tácticas de guerrilla aprendidas en el Nuevo Mundo en la unificación italiana.

 

Como causas del movimiento se pueden citar: el aislamiento de la província, descontentamiento con el control  aduanero, el hecho de que con el dinero de la província gaúcha se pagaba hasta la deuda con los ingleses, la existencia de monedas falsas que complicaban la economía y el clima de tensión que reinaba en la frontera.

 

Muchos libros de História insisten en la versión de que el nombre farrapos o farroupilhas, dado a los revolucionários gaúchos tuvo orígen en las ropas que éstos vestían -

viejas y rotosas. La verdad, sin embargo, es outra. La denominación es anterior a la Revolución Farropilha y era utilizada para designar los grupos liberales de ideas exaltadas. Ya en 1829 ellos se reunían en sociedades secretas. Una de ellas era la Sociedad de los Amigos Unidos, de Rio de Janeiro, cuyo objetivo era luchar contre el régimen monárquico. Desde entonces eran llamados farroupilhas. Según Evaristo da Veiga el término habia sido inspirado en los sans culottes franceses, los revolucionários más fanáticos durante el período de la Convención (1792 a 1795). Os sans culottes, que literalmente quiere decir sin pantalones cortos, usaban pantalones de lana com listas, diferentemente de los pantalones cortos adptados por los más ricos.

 

            Los combates duraron prácticamente hasta 1840, con la práctica de guerra de guerrillas  por parte de los rebeldes contra las fuerzas imperiales. En la batalla de Fanfa, sin embargo, bento Gonçalves fue aprisionado en el Fuerte del Mar en la distante província de Bahia, de donde huyó misteriosamente con la ajuda de la Masonería baiana el dia 10 de Septiembre de 1837. A partir de 1842, con el nombramiento de comandante en jefe de las fuerzas imperiales y gobernador de la província, el entonces Barão de Caxias - masón emérito pues llegó a recibir el título de Gran Maestro de Honra del Gran Oriente del Brasil y patrono del Ejército Brasileño – se inició el proceso de pacificación de la província rebelde.

 

 

II.                Antecedentes de la República

 

Como antecedentes remotos y recientes de la implantación de la República en Brasil se pueden citar los siguientes: i) el conflicto masónico y político entre José Bonifácio de Andrada e Silva, el Patraiarca de la Independencia del Brasil y Joaquim Gonçalves Ledo, líder masónico en Rio de Janeiro; ii) el Manifiesto Republicano de 1870; iii) la Convención de Itu de 1873; iv) la Cuestión Religiosa; v) la abolición de la esclavitud y vi) la Cuestión Militar.

 

Como no existían partidos políticos durante la independencia del Brasil, la Masonería asumió el papel de partido político en esa época. En aquel momento histórico los iniciados en la masonaría juraban también luchar por la independencia del país.

 

De esa forma, el conflicto político e ideológico entre dos masones brasileños en la época de la independencia – José Bonifácio de Andrada e Silva, el Patriarca de la Independencia del Brasil y Joaquim Gonçalves Ledo, el líder de los masones radicales liberales en Rio de janeiro – alcanzó también una connotación entre las facciones de la masonería que defendían la monarquía y la república. El Brasil desentonó del resto del continente americano al optar por la forma monárquica de gobierno, pues se convirtió en una monarquía rodeada de repúblicas por todos los lados. La sabiduría de la élite política – en su gran mayoría integrada por masones – durante la independencia, fue transformar el Príncipe Regente portugués en el Emperador del Brasil. Ese hecho fue el gran responsable por la unidad del território nacional, mientras que el resto de la América Española  se fregmentó en decenas de países. De esa forma el Império brasileño consiguió sofocar las tendencias centrífugas regionales, muchas veces de carácter republicano, manteniéndo incólume el território nacional. El sueño de Bolívar se consiguió materializar en la América Portuguesa.

 

Así, gracias a la maduridad, a la dedicación y a la moderación de José Bonifácio – primer Gran Maestro del Gran Oriente del Brasil, fundado el 17 de Junio de 1822 – la facción moderada de los masones consiguió con éxito implantar la independencia del país.

 

La idea republicana, sin embargo, fue mantenida por un pequeño grupo de masones durante todo el império y crecía com el tiempo a cada crísis vivida por el régimen monárquico.

 

La manifestación republicana resurgió con el Manifiesto  Republicano en 1870, de nítida inspiración masónica, pues fue liderado por el masón Joaquim Saldanha da Gama, que, en esa época, era Gran Maestro de una facción disidente del Gran Oriente del Brasil, el combativo Gran Oriente del Valle de los Benedictinos.

 

Diversos masones firmaron el Manifiesto Republicano de 3 de Diciembre de 1870, que tuvo como redactor al aguerrido masón Quintino Bocaiúva que, más tarde, en plena República, sería Gran Maestro del Gran Oriente del Brasil.

 

Asi como en la Revolución Francesa existían masones en los dos lados de la contienda – monarquistas y republicanos – en la época del Manifiesto Republicano – se puede afirmar que también era un duelo entre masones – igualmente monarquistas y republicanos – pues mientras el republicano Saldanha Marinho puntificaba en el Gran Oriente del Valle de los Benedictinos, el Visconde do Rio Branco era el Gran Maestro del Gran Oriente del Brasil y en el año siguiente sería nombrado Presidente del Consejo de Ministros del Império. Su gabinete fue el de más larga duración en toda la história del Império.

 

La Convención de Itu antecede a las tres crísis que acabaron por abalar el Império: las cuestiones religiosas y militar y la abolición de la esclavitud.

 

La  Província de São Paulo congregaba un número expresivo de masones republicanos. El 10 de Noviembre de 1871, 47 partidários de la república federativa se reunieron en la ciudad de Itu, de la misma província, sobre la lideranza del masón João Tibiriçá Piratininga (nombre indígena que las principales famílias  brasileñas usaban para expresar el espíritu nativista) y crearon un club republicano, para servir de núcleo, con la finalidad de organizar el futuro Partido Republicano. Como corolário de ese movimiento, el 18 de Abril de 1873, en la residencia de Carlos de Vasconcelos de Almeida Prado, se realizó la primera Convención republicana en Brasil, que vendría a ser conocida como Convención de Itu. Participaron de esa Convención, con expresiva lideranza, los siguientes masones que serían la élite de la futura República: Américo Brasiliense de Almeida Melo, Francisco Rangel Pestana, Manoel Ferraz de Campos Sales (futuro Presidente de la República), Américo de Campos, Bernardino de Campos, Ubaldino do Amaral Fontoura, Francisco Glicério, Manoel de Moraes Barros, Venâncio Aires, Prudente de Moraes Barros (también futuro presidente de la República) etc. En total, la Convenção de Itu contó con 134 convencionales en su gran mayoría de las ciudades de la Província de São Paulo. La ciudad de Rio de Janeiro, capital del Império, fue representada por una delegación. 

 

            El próximo hecho histórico que antecedió a la República fue la Cuestión Religiosa, de cuño eminentemente masónico, pues envolvió un conflicto entre la Iglesia Católica y el Império, a través de su Consejo de Ministros, mayoritáriamente masónico, y que se transformó en uno de los hechos basilares de la historiografía profana brasileña. Como paño de fondo más distante de la Cuestión Religiosa está la unificación italiana, obra de la carbonária y de la masonería italianas, lideradas por los masones Mazzini e Garibaldi, y la pérdida del poder temporal del papado. Como causa inmediata, está el saludo del padre Almeida Martins al Visconde do Rio Branco – Jefe del Consejo de Ministros y Gran Maestro del Gran Oriente del Brasil – durante la solemnidad del dia 2 de Marzo de 1872, cuando el padre, tambiém masón, se regozijó com el visconde por la ley del vientre libre del 28 de Septiembre de 1871, a partir de la cual todos los negros nacidos a partir de entonces serían libres.

 

            El conflicto fue más precisamente entre la élite intelectual de la Iglesia Católica y el Império, pues la gran mayoría del clero – el padroado – era de  funcionários públicos, dado que la Iglesia Católica, en esa época, era vinculada al Estado. Los elementos de mayor importancia envueltos  en la contienda fueron D. Vital de Oliveira, obispo de la ciudad de Recife, capital de la Província de Pernambuco, educado en Paris y Toulouse, tanto que recibió el burel de capuchino en Versailles y D. Antônio de Macedo, obispo de la Província do Pará, antiguo alumno de Saint Sulpice.

 

            Después de la suspensión del padre masónico, D. Vital, obispo recién nombrado de Recife, pues venía de Europa, impregnado de las ideas antimasónicas de Pio IX, suspendió a todos los padres masones de Recife y mandó que se expulsasen todos los pedreros libres de las hermandades religiosas. Frente a ese hecho, los masones apelaron para la Corona que, a través del Consejo de Estado, les dió razón. El gobierno entonces ordenó, el 12 de Junio de 1873, que el obispo levantase la orden, pues este era funcionário público, para que los masones permaneciesen en las hermandades. El obispo se negó a cumplir la órden alegando una incompatibilidad entre la Iglesia y la Masonería. D. Antônio, obispo de Pará, también interditó los masones en su Província. Dada la insubordinación de los dos obispos, el gobierno mandó detenerlos en 1874 y los condenó a cuatro años de trabajos forzados. Poco tiempo después conmutó esa pena en prisión simple, seguida en 1875, por la amnistía de los dos obispos, a través del nuevo Gabinete, presidido por el Duque de Caxias, también masón. 

           

El gran evento que apartó la clase de los propietários de tierras del Império fue la Abolición de la Esclavitud. El país, esencialmente agrário, tenía en la mano de obra esclava uno de los sustentáculos de su economía. Tanto, que fue uno de los últimos países de las Américas a abolir el flagelo de la esclavitud.

 

A partir de la mitad del siglo XIX, la presión externa, principalmente de Inglaterra y de Francia, y la creciente consciencia antiabolicionista de las clases médias urbanas, en gran parte de los casos liderados por la masonería, forzaron al gobierno imperial a incrementar los cambios en el status esclavocrata.

 

            Ya en la independencia del país, el masón José Bonifácio, reconocido como el  Patriarca de la Independencia, propuso la libertación de los esclavos acoplada a una amplia reforma agrária. En la própia Revolución Farroupilla, los masones Bento Gonçalves y Davi Canabarro chegaron a escribir un decreto el 11 de Mayo de 1839, libertando los esclavos.

 

            La presión externa contó con la aprobación de la  Ley Aberdeen en 1845, de clara inspiración liberal y masónica, que determinaba la prisión de navíos brasileños que transportasen esclavos. La presión externa culminó con la Ley Eusébio de Queirós, también masón y figura expresiva del Rito Escosez Antiguo y Aceptado, que extinguía el tráfico de esclavos. 

 

            Esa presión externa no se restringía al Reino Unido. En 1867, el Comité Francés de Emancipación, entidad masónica organizada por el Gran Oriente de Francia, solicitó al gobierno imperial, la libertación total de los esclavos remanecientes.

 

            La presión interna de la opinião pública de las clases médias urbanas, representada por um ala del gobierno central, del parlamento, de los cuarteles, de las letras y de las ciencias, encontró eco en las logias masónicas, uniendo el grito abolicionista con la campaña republicana. Como hechos masónicos marcantes pueden ser citados los seguientes: i) la Logia Perseverancia III, el 7 de Septiembre de 1869 cria la Caja de Emancipación para la libertación de las niñas de 2 a 5 años; y ii) el proyecto de la Logia América de la Província de São Paulo (SP), presentado por Rui Barbosa (futuro Ministro de Hacienda del gobierno republicano), el 4 de Abril de 1870 al Gran Oriente del Brasil de los Benedictinos (disidencia del GOB), abriendo recursos especiales para la libertación de los niños, y preceptuando que solo podría ser iniciado en la masonería el profano que declarase libres todas las niñas. En lo que se refiere a los ya iniciados, deberían firmar un documento compromentiéndose a libertar las niñas, hijas de sus esclavas.

 

            El 28 de Septiembre de 1871, fue aprovada por el Parlamento, la ya citada ley del vientre libre del masón Visconde do Rio Branco. Con esa ley se dió el golpe mortal a la  esclavitud, pues ya que fuera cortado el tráfico de esclavos, ahora era la vez de la reprodução. La abolição total era ahora una cuestión de tiempo. La presión masónica, en el Parlamento y en el periodismo, era cada vez más creciente. Pueden ser citados entonces los siguientes masones, líderes en sus respectivos campos de trabajo: Américo Brasiliense, Américo de Campos, Luis Gama, Francisco Glicério, José do Patrocínio, Joaquim Nabuco, Quintino Bocaiúva, Silva Jardim, Ubaldino do Amaral, Rui Barbosa, Pimenta Bueno, Jerônimo Teixeira, José Leite Penteado y muchos otros.

 

            El 28 de Septiembre de 1875 se aprobó la ley de los sexagenários, de construcción masónica, libertando todos los esclavos que estaban en esa faja de edad o superior.

 

            El 13 de Mayo de 1888, fue finalmente aprobada la Ley Áurea que libertaba definitivamente todos los esclavos en Brasil. La fuerza de los esclavagistas, entre tanto, era tan grande que esa ley precipitó el fin del Império y la implantación de la República, pues la referida ley causó un gran descontentamiento entre los proprietários de tierras, uno de los mayores sustentáculos del  régimen.

 

            Como último antecedente inmediato de la implantación de la República, se presenta la Cuestión Militar. Con la Guerra del Paraguay, vencida por la Tríple Alianza – Brasil, Argentina y Uruguay – el Ejército pasó a tener un papel cada vez más importante en los destinos políticos de la nación. Los dos partidos políticos dominantes en el Império – el Liberal y el Conservador – al frente de sus rivalidades políticas siempre procuraron respaldo en las Fuerzas Armadas, principalmente en el Ejército. Tanto así que el Mariscal Manoel Luiz de Osório, Marques do Herval, masón iniciado en la Província del Rio Grande do Sul, se tornó prócer del Partido Liberal y el Duque de Caxias – Luiz Alves de Lima e Silva, futuro Patrono del Ejército y Gran Maestro Honorário del Gran Oriente del Brasil – era líder político del Partido Conservador, chegando incluso a ser Primer Ministro por ese partido. Con la muerte de esos dos grandes jefes militares y políticos, los partidos dominantes trataron de substituírlos. El Partido Liberal se aproximó del General Correia da Câmara, Visconde de Pelotas y senador por la Província del Rio Grande do Sul. Los conservadores buscaron aliciar al general Deodoro da Fonseca, masón que posteriormente ocupó la Gran Maestría del Gran Oriente del Brasil y proclamó la República.

 

            La masonería ganaba cada vez más terreno entre las clases médias y como la oficialidad del Ejército era reclutada en esa clase, éste se tornó un vivero de masones. Pueden ser citados como masones militares que ejercieran profundo papel en el Império y en la República: el Duque de Caxias (Primer Ministro), el Mariscal Osório (senador, Ministro de la Guerra y Patrono de la Caballería), Deodoro (Presidente de la República), Benjamin Constant (Ministro), Floriano Peixoto (Presidente de la República), Lauro Sodré, Hermes da Fonseca (Presidente de la República), Gomes Carneiro y tantos otros. Otro complicador que necesita ser levando considerado es que la corriente masónica militar poseía una inspiración basada en las doctrinas y teorías de Auguste Comte, de base esencialmente positivista y que apoyaba una dictadura sociocrática. También existían emanaciones civiles de ese positivismo, principalmente en la Província del Rio Grande do Sul.

 

            La Cuestión Militar se presentó entre 1883 y 1889 como un conflicto entre los políticos civiles y el sector militar. La inhabilidad de los políticos que no habían entendido el nuevo papel del Ejército a partir de la Guerra del Paraguay y la hipersensibilidad de los militares, principalmente la nueva generación que estaba siendo doctrina en las Academias Militares, principalmente por el teniente coronel Benjamin Constant, masón positivista y republicano declarado, reconocido como “el Padre de la República”.

 

            El estopín de la crísis fueron las puniciones, en 1885, del teniente coronel Cunha Matos y del mayor Sena Madureira, por el Ministro de la Guerra, que era civil, por pronunciamentos con críticas a su autoridad. El referido Cunha Matos escribió un artículo en el diário local, respondiendo a un diputado que lo habría ofendido, colocando la culpa del imbróglio en el própio Ministro de la Guerra. La cuestión tomó connotación política cuando el Visconde de Pelotas (el nuevo patrono de los liberais como vimos anteriormente) apoyó en el Parlamento la defensa de su hermano de armas. El caso de Sena Madureira, también de insubordinación contra el Ministro de la Guerra, fue todavía más grave, pues buscó apoyo en la tropa. El mariscal Deodoro, en esa época comandando uma guarnición en el Sur, también dio apoyo a Sena Madureira. De esa forma se asistía al desencadenamiento de una crísis: en 1886, Deodoro, con gran prestígio en la tropa, apoyaba su ahora secretário Sena Madureira y era secundado en el Senado por el Visconde de Pelotas. El gobierno civil procuró mostrar al entonces general Deodoro las proporciones que la crísis estaba asumiendo. Como el general no cambió de posición, el gobierno tuvo que demitirlo de su comando en el sur.

 

            Con el crecimiento del movimiento, Deodoro firma, conjuntamente con Pelotas, un manifiesto titulado “Al Parlamento y a la Nación”, redactado por Rui Barbosa, donde era expuesta la perspectiva de los militares. La conmoción crecía y en Julio de 1887 fue creado el Club Militar, con Deodoro en la presidencia.

 

            Si los altos jefes militares todavía mantenían un gran respeito poe el Emperador, lo mismo no ocurría con los “jovenes turcos” de las escuelas militares formados y doctrinados por Benjamin Constant. El punto máximo de la crísis militar chegó a su ápice cuando los hacendados buscaron conseguir del gobierno el apoio del Exército en la caza de los esclavos fugitivos. A través del Club Militar, dirigido por Deodoro y Benjamin Constant, se envió una carta a la Princesa Izabel donde se solicitaba a la princesa regente que el Ejército fuese dispensado de tal misión vergonzosa de “capitán del campo”. Esta actitud de coherencia, pues tanto el Ejército como la masonería estaban en la vanguardia de la lucha abolicionista, representaba un duro golpe contra  el régimen imperial.

 

 

III – El Levante

 

            El fatídico año de 1887, anterior a la Proclamación de la República, presentaba un Emperador viejo y enfermizo, más o menos ajeno a los acontecimentos políticos y militares de la época y con uma hija – futura emperatriz – casada con el conde D´Eu, un francés que sufría de dificultades auditivas, hecho que lo tornaba tímido y arredío al contacto con la corte y el gobierno, sumergidos en las intrigas palacianas. D. Izabel era acusada de servir a los intereses del clero y de su marido europeu. Esa red de intrigas aliada al hecho de que el Emperador ya habría dicho que la família imperial jamás lucharía para manter la corona contra la voluntad popular, llevaron a la contra élite republicana y  masónica a aprovechar el año de 1889 para implantar la República en Brasil.

 

            El levante que llevó a la implantación de la República fue un movimiento preparado por las élites militares, republicanas y masónicas y no tuvo el mínimo respaldo popular, al punto que un historiador brasileño llegó a afirmar que el “pueblo asistió bestificado al levante republicano”.

           

El levante fue preparado en secreto para eclodir el dia 20 de Noviembre. La vida corría tranquila entre la población mientras que las élites herbían y conspiraban abiertamente. El movimiento fue precipitado, pues en los dias 13 y 14 corría el boato de que el gobierno mandaría aprisonar al general Deodoro. El movimiento de las tropas comenzó entonces en la madrugada del dia 15.

 

            En reunión secreta realizada en la casa de Benjamin Constant, en una espécie de conclave masónico, se decidió la caída del Império. El único obstáculo, por incríble que parezca, era el aprécio del viejo general Deodoro al Emperador. Tanto eso era verdade, que el general una vez derrubado todo el ministério, dijo al Visconde de Ouro Preto, presidente del Consejo de Ministros, que se debería procurar al Emperador en la vecinha ciudad de veraneo – Petrópolis – para prepararse un nuevo ministério. La presión afectiva y sentimental para librar Deodoro de su lealtad quedó sobre la responsabilidad de Benjamin Constant, el gran instigador del movimiento. El argumento decisivo de Benjamin fue que el Emperador deseaba nombrar como nuevo presidente del Consejo de Ministros al senador Silveira Martins, tambiém masón, desafecto y enemigo de Deodoro.

 

            Proclamada la República el 15 de Noviembre de 1889 por el Mariscal Deodoro, el mismo se autoindicó Jefe del Gobierno Provisório, con un ministério totalmente masónico y participante del Gran Oriente del Brasil. Eduardo Campos Sales en la Justiça, Wandenkolk na Marina, Benjamin Constant en la Guerra (Ejército), Rui Barbosa en la Hacienda (Finanzas), Demétrio Ribeira en la Agricultura, Quintino Bocaiúva en los Transporte y Aristides Lobo en el Interior.

           

Un mes y poco después de la proclamación, el dia 19 de Diciembre, Deodoro fue nombrado Gran Maestro del Gran Oriente del Brasil.

 

            Recién instalado el gobierno provisório, ya se vislumbraban dos corrientes republicanas: i) una de inspiración liberal, que terminó prevaleciendo y ii) otra de inspiración comtiana, que preconizaba una dictadura sociocrática.

 

            Un año después de la proclamación, el 15 de Noviembre de 1890, se instala la  Asamblea Constituyente, que promulga la nueva Constitución el 24 de Febrero de 1891, que implantó el presidencialismo y el federalismo.

 

El 26 de Febrero, Deodoro fue elegido Presidente de la República. Para Vice Presidente, los jóvens turcos positivistas conseguiram elegir al Mariscal Floriano Peixoto, Ajudante General del Ejército, una espécie de Jefe del Estado Mayor, derrotando al Almirante Wandenkolk, indicado por la coalición liberal.

 

            Las crísis se repiten en ese período, extremamente conturbado, acentuado cuando la Marina se vio postergada por no elegir al vice-presidente en la coalición liberal mayoritaria. Antes de completar nueve meses en el gobierno, el dia 23 de Noviembre de 1891, el Mariscal Deodoro es obligado a renunciar al cargo para no provocar una guerra civil. El almirante Custódio de Melo, jefe de la Armada, amenazó rebelarse contra el golpe de Deodoro que disolvió la Câmara y el Senado, el 3 de Noviembre.  Deodoro, amargado, enfermo y decepcionado, renunció también a la Gran Maestría del Gran Oriente del Brasil, el 18 de Diciembre.

 

            El poder pasa al vice presidente Mariscal Floriano Peixoto, también masón, que entrará en la história como el Consolidador de la República. Enfrentó, en su gobierno, la revuelta de la Fortaleza de Santa Cruz, el Manifiesto de los 13 generais, la Revolución Federalista en la Província del Rio Grande do Sul y la segunda Revuelta de la Armada. Floriano, al final de su mandato, pasará el poder para los presidentes civiles, muchos de los cuales masones, que completarán el ciclo conocido como la República Vieja, que durará hasta 1930, cuando un nuevo ciclo se abre en la História del Brasil.

             

 


 

IV – Conclusión

 

Como lección histórica, la Constitución Republicana de 1891 confirmó la primacía del paradigma liberal en lo que se refiere a las instituciones y al derecho, pero no ofreció los medios para que el país real pudiese reconocerse y construir  su identidad, como un país legalizado.

 

La herencia del patrimonialismo ibérico y colonial, originária de processos societales derivados del exclusivismo agrário, significaba una república de pocos – oligarquía que se tornaba más anacrónica mientras más se modernizaba y se tornaba compleja la estructura social del país. Se completaba, al fin, la matríz civilizatória de las antiguas élites socializadas en el Império, y el órden racional y legal se torna una dimensión sin sentido, con el derecho instalándose con el manerismo y formalismo de los nuevos abogados.

 

Prisioneira de la hipoteca al patrimonialismo, el ordem racional y legal, al concebir una República sin democracia e sin incorporación social, cristalizó el liberalismo como ideología de élites, sin desarrollar sus potencialidades universalistas, en términos de derechos civiles. Y fue en esa negativa a la innovación, que se mantuvo indiferente a las presiones de los novos sectores emergentes, como los empresários, militares, clases médias y operariado urbanos, que el ideário liberal, fuerza subterranea que presidió el largo proceso de transformaciones moleculares, a lo largo del período anterior, perdió substancia, frustrando las expectativas de una plena pasada del país a un órden social competitivo.

 

            En ese contexto, la masonería ejerció un papel cada vez creciente en Brasil, de 1800 hasta los años 30. Alvanzó su ápice a mediados del Segundo Império y en la Proclamación de la República.     

 

            En el período de la Proclamación de la República, al lado de la masonería, como paño de fondo se deve tomar en cuenta el positivismo como doctrina, los militares como estamento social, la clase rural como clase dominante y el liberalismo como ideología que terminó por prevalecer. El conflicto ideológico, entre el positivismo (y sus sucesores) y el liberalismo, será una constante en los diversos períodos republicanos.

 

            Otro ingrediente que se encontraba en todo ministério de esa República Vieja, o República de las Oligarquias, era una sociedad secreta proveniente de los cursos de derecho de la Província de S. Paulo: la Burschenschaft, más conocida popularmente como Bucha. Sociedade secreta universitária de influencia alemana, masónica, republicana e iluminista que ejerció su poder durante todo el período de esa Primeira República brasileña (1889-1930).

 

            La influencia de la masonería brasileña, pues, atraviesa toda la história del país, desde la colonia, pasando por el império y chegando hasta la república. Hija espiritual de la masonería francesa, encuentra en el liberalismo su más robusta columna de sustentación. La vertiente republicana cresce, a través de los tiempos, influenciada por los ejemplos de la Revolución Francesa y de la Revolución Norte Americana.

 

            A partir de la implantación de la República, las Fuerzar Armadas, principalmente el Ejército Brasileño, pasa a funcionar como una espécie de Poder Moderador, antes ejercido por el Emperador, en el complejo engranaje institucional de la República.

 

            Así, mientras que el Ejército gana ascendencia institucional, la masonería va perdiendo su papel de actor político, principalmente a partir de la Revolución de 1930, ganando, en contrapartida, ascendencia moral sobre la agenda substantiva del país en las áreas cultural y social. Finalizada la consolidación del Estado brasileño, la masonería deve ahora ajudar a la sociedad nacional a implementar las instituciones indispensáveis al pleno ejercício de la cidadanía. La vertiente cultural deverá ser, de aqui para frente, uno de los espacios de reflexión y de atuação masónica en Brasil. La construcción cultural y la lucha contra las desigualdades gritantes tomarán cuenta del espíritu masónico en los próximos años.

           

El desafio masónico, ahora, no es más la construcción de la nacionalidad, mas el trabajo intelectual y de formación de nuestros preciosos recursos humanos. Tareas como la inmersão de la ideología y de las propuestas masónicas en el medio universitário, que se tornó una tierra no  masónica; el desarrollo de investigaciones historiográficas sobre el papel de la masonería, desde el Brasil independiente hasta los dias atuales; el  rescate, a una vuelta a las fuentes primitivas, de nuestros rituales, que pecam por el sincretismo ritualístico; la mejoría en el padrón de reclutamiento de los nuevos masones, buscando los elementos que seam líderes en sus diversos campos, son medidas que deberán ser prioritárias en estos próximos años.

 

            El desafio es grande, mas tenemos la esperança que la masonería brasileña sabrá adquirir  su plenitud cultural en este tercer milénio, ayudando al País y su sofrido pueblo a hacer el descuento histórico tan deseado.

 

            Debemos ayudar al Brasil a reencontrar sus raíces judaico-cristianas y renacentistas, estimulándo a nuestros nietos a adquirir la habilidad de recriar, en sus mentes y en sus  corazones, las grandes descobiertas de las generaciones anteriores, en las ciencias y en las artes, evocando la llama divina que habita en cada uno de nosostros. Un niño que tenga acceso a la música clásica, que pueda estudiar y apreciar los grandes pintores del mundo, saborear las verdades de los grandes descubrimientos científicos, nunca será un drogadicto, pues estará ejercitando su creatividad en el más alto grado que la espécie humana podrá proporcionarle.

 

            El mundo que deseamos para nuestros pósteros no será un mundo dominado por las epidemias, por las máfias locales, por los bandos armados, por la barbárie, por el caos, por la anarquía. El lema masónico de la liberdad, de la igualdad y de la fraternidad, ya tuvo, por la ideología de mercado, la hipertrófia de la liberdad, con sus distorciones del capitalismo salvaje; ya tuvo también, por las ideologías del comunismo, la hipertróofia de la igualdad generando despotismos execrábles. Falta testar el último pilar de la tríade masónica: la fraternidad. En este momento, la masonería tendrá mucho a decir y a enseñar.

 

            El gran desafío del siglo XXI será incorporar a ese liberalismo un cuño social y democrático. La masonería brasileña no es más la fuerza social e ideológica dominante, como fue en el  pasado. Otros actores sociales y políticos entraron en la cena social.

 

 

 

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